La prueba del nueve era un cálculo matemático que se hacía antes para verificar operaciones matemáticas. Se usaba mucho para divisiones, pero también era aplicable a sumas, restas y multiplicaciones. Lo que se hacía era una especie de juego con los diferentes resultados de las operaciones, basadas en el número 9, y si al final todos los resultados coincidían, la operación estaba bien hecha.
Era un artificio: la prueba del 9 ha sido estudiada por matemáticos y se ha llegado a la conclusión de que no es perfecta, su margen de error ronda el 10%. Esto es, al aplicarla hay un 10% de probabilidad de que no se detecte un error.
Actualmente la prueba del nueve quedó en el olvido, gracias a la aparición de las calculadoras y las computadoras, que verifican los cálculos por nosotros. Sin embargo, el principio detrás de la prueba del nueve sigue siendo válido: siempre que hacemos un cálculo, tenemos que tener una segunda manera de verificar que esté correcto.
Microsoft Excel y la prueba del nueve
El otro día me hizo gracia una frase de John Oliver: «es como el ícono de Excel, cuando se presiona, uno sabe que nada bueno puede ocurrir«.
Y es que herramientas como Excel permiten hacer operaciones complicadísimas en unos pocos segundos, pero también requieren de un manejo complicadísimo de fórmulas y relaciones. En pocos minutos en Excel, se puede crear una hoja totalmente incomprensible, como de seguro sabrán si les ha tocado revisar un Excel hecho por otra persona. Son tantas las fórmulas, tantas las sumatorias, tanta la información que pasa de una celda a otra… que al final no se sabe por dónde pasó cada número y qué operaciones se le hicieron.
Es demasiada la gente que llena un Excel, y entrega el resultado sin revisar nada. Y a los pocos días, se lo devuelven porque algo no está concordando. Y descubre que hay un error inmenso en las fórmulas de la hoja, y que el resultado está mal.
En estos casos, es precisamente donde debió haberse aplicado la «prueba del nueve». Algunas comparaciones simples entre resultados, y pruebas de lógica de seguro habrían detectado una falta de concordancia.
Si alguna vez se han preguntado como hacen los financieros para detectar al instante que algo está mal en las hojas de Excel que se les envían, la respuesta es la prueba del nueve. Al recibirla lo primero que hacen es someterla a algunas pruebas lógicas simples, y ver si todo calza.
Diariamente hacemos cálculos matemáticos, algunos pequeños, otros grandes. Los cálculos matemáticos son parte de nuestro día a día, no importa en qué campo estemos trabajando. Y son tantos los cálculos que hacemos, que hay que ponerlos a prueba de alguna forma, usando otra metodología distinta a la original, para verificar que estén bien.
No hay nada malo realmente con Excel, ni con las calculadoras, ni con toda esa tecnología. Lo importante es que estemos muy seguros a la hora de transcribir ese resultado que nos da la máquina, de que verdaderamente está bien.
Tomar unos segundos para aproximar el resultado, y además compararlo con valores conocidos, nos puede ayudar a detectar errores. En las hojas de Excel, debemos comparar sumatorias entre las diferentes cejillas y ver que todo concuerde. Debemos ver los resultados finales de nuestros cálculos y ver que sean razonables.
El hecho de que una máquina nos diga que «ese es el resultado», no significa que esté correcto. La máquina siempre hará las operaciones matemáticas a como nosotros la hayamos programado. Si esas operaciones están programadas de manera incorrecta, el resultado será incorrecto.